La nueva normalidad tras el COVID-19 hará que muchas profesiones difieran en cómo las conocíamos hasta el momento y la moda es uno de los sectores en los que algunos paradigmas se verán modificados por nuevas fórmulas de trabajar que fotógrafos, modelos, maquilladores y representantes tendrán que practicar.
Campañas fotográficas, desfiles y sesiones de fotos se establecian, hasta ahora, por la cercanía de sus equipos, en los que modelos, representantes, estilistas, maquilladores y fotógrafos trabajaban en conjunto para lograr resultados. Ahora la distancia se convierte en un integrante más, modificando el modus operandi de estos oficios.
“En nuestro caso es bastante complicado, ya que tenemos contacto directo con el rostro al maquillar zonas como labios y ojos, donde hay mucosas”, explica a Efe Cristina Libertad, maquilladora profesional de Cool.
Para la realización de los trabajos de maquillaje y peluquería, deberán protegerse “con mascarilla y también mampara plástica”, además de “desinfectar labiales raspando las partes empleadas”, sombras y polvos “con desinfectantes como alcohol” o utilizar brochas diferentes con cada persona.
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De medidas de desinfección más tradicionales a nuevas alternativas que surgen sirviéndose de la tecnología; “he comprado un esterilizador ultravioleta portátil, para ir metiendo todas las herramientas utilizadas”, apunta Libertad, quien destaca que el mayor contratiempo añadido es, por encima de la distancia, el tiempo.
“Nuestro trabajo siempre iba muy limitado por el tiempo, ahora necesitaremos más: toda producción se tardará más en realizar debido a las medidas de protección y desinfección, con las que siempre hemos trabajado y que ahora deberán ser más intensivas que nunca”, explica.
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Una opinión que también comparte el maquillador Roberto Avellán, de La Prairie, asiduo en producciones con la firma Mac, quien sostiene que estamos “en una etapa crucial de cambio”, resalta el maquillador que reanuda su trabajo en producciones durante esta semana, resaltando que ahora “la función organizativa deberá ser incluso aún más exhaustiva que antes”, detalla.
“En este sector existe mucha incertidumbre, la gente no estará confiada hasta que no nos vean trabajar, el miedo está ahí en cualquier tipo de profesión, pero nosotros no podemos teletrabajar”, cuenta.
Para la figura de los “bookers”, representantes de modelos, la situación también es nueva, y exigirá “medidas para realizar las producciones y también los cástings” detalla Daniel Bonet, booker en Francina Models, quien resalta la importancia de que “el mundo de la publicidad y la moda vuelva a revivir y arrancar de nuevo”.
Por su parte, Carmen Salguero, de Yxqno Models, responsable de producciones comerciales y de moda en Madrid desde hace veinte años, espera que “los calendarios cambien”, y todo lo que no haya podido hacerse en estos meses pueda hacerse en julio, si la situación evoluciona favorablemente.
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Salguero, al frente de producciones con firmas como Wonder Bra, indica la estrecha relación entre la economía y la industria textil: “en España tenemos una forma de ser en la que saldremos a tomar cañas, pero no a comprar un vaquero o una camisa que nos guste”, explica, afirmando que “aunque los trabajos se podrán seguir haciendo”, son las ventas de moda las que “financian” las siguientes colecciones.
“Esta semana tenemos una producción, será en un estudio bastante grande, donde los modelos se presentarán cada uno a su hora, y únicamente estarán ellos, el fotógrafo, una maquilladora y un estilista”, explica.
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También ha realizado su primera producción de moda durante estos días la fotógrafa Patricia Blas, quien explica que los fotógrafos no experimentarán grandes cambios en su trabajo, pero si que convivirán con “formas muy diferentes” de trabajar, en los que el atrezzo y el set de iluminación son “únicamente manipulados por el técnico del plató” en lugar de por el fotógrafo o el asistente de fotografía, como suele ser habitual.
“En el caso de los fotógrafos no veremos grandes cambios, puesto que para que los modelos entren en el plano debemos distanciarnos dos metros aproximadamente, así que cumplimos con las distancias de seguridad”, explica, aunque es un trabajo muy “humano en el trato con la gente, y es aquí donde hay más diferencias”, matiza Blas. EFE
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