Mercedes es una mujer que tiene argumentos para estar en desacuerdo con la fertilización in vitro (un procedimiento de reproducción que consiste en unir el óvulo de una mujer con el espermatozoide de un hombre en un procedimiento científico de laboratorio); viene de una familia católica y para ella la concepción de la vida es un don divino, no un derecho humano.
Considera que este método de reproducción asistido va en contra de los valores religiosos, pero, sobre todo, lo califica como una práctica inmoral que aprovechan algunas personas para hacer negocio.
“La fertilización in vitro va en contra de los principios morales y religiosos. Además, me parece que el amor de una pareja no se maneja en un laboratorio, sino que se consuma, y es la prolongación de la existencia de dos personas, no un negocio”, explica categóricamente.
Durante un experimento social del colectivoTodos Somos Una , Mercedes fue reunida con Ahimsa, una mujer que hace varios años se sometió a este procedimiento científico con su pareja, y gracias a ello hoy es madre de dos gemelos.
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No se habían visto antes, y tampoco sabían que estaban a punto de tocar ese tema tan polémico, que pondría a prueba su tolerancia y capacidad de diálogo.
Después de una actividad rompe hielo entre las dos, en la que respondían preguntas sencillas para conocerse mejor mientras preparaban una receta, se proyectó el video en el que Mercedes rechazaba contundentemente la fertilización in vitro. Al terminar rodó el video de Ahimsa, en el cual explicaba las razones que tuvo para acudir a este método de concepción
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“Muchas mujeres van al ginecólogo para que les liguen las trompas. Yo vine con el procedimiento hecho de fábrica. No había otra opción sino hacer una fertilización in vitro. Fuimos muy afortunados, hicimos el tratamiento una vez, una ronda que funcionó y fueron gemelos hace 8 años”, contó Ahimsa.
Al terminar de escuchar los respectivos testimonios, las dos tuvieron la oportunidad de levantarse de la mesa y abandonar la actividad. Sin embargo, la capacidad de diálogo primó y comenzaron a confrontar, con absoluto respeto, sus opiniones sobre el tema.
“Yo no estoy de acuerdo”, dijo Mercedes rompiendo el hielo mientras suavemente tocaba el brazo de Ahimsa.
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“La biología no nos jugó a favor, decidimos intentarlo, y hoy son dos personas divertidas con las que nos reímos todos los días”, respondió Ahimsa.
Mirando a los ojos a su compañera, Mercedes se solidarizó con su punto de vista. No obstante, volvió a dejar claro que para ella es una práctica que muchas veces es utilizada para negociar con la vida humana y va en contra de los propósitos de Dios.
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“El punto de vista que estás diciendo es respetable y muy válido, pero Dios nos da la oportunidad de unirnos como pareja. Cuando Dios no pone las cosas, a veces existen métodos como el in vitro, pero hay personas que utilizan eso como un negocio: alquilan vientres, o ‘yo no pude tener hijos y yo tengo que tener un hijo, y es un derecho que tengo como persona’, y no es un derecho, es un don que Dios le da a uno como ser humano”, replicó.
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Al escucharla, Ahimsa cuestionó a Mercedes sobre el hipotético caso en que alguna de sus nietas decidiera acudir a la fertilización in vitro y la invitó a comprender la situación.
“‘Ponte’ que tu hija tiene una hija, y esa nieta tuya quiere tener hijos y resulta que no va a poder. ¿Entonces tus nieticos?, ¿no los vas a ir a ‘pechechar’?”, preguntó Ahimsa y la instó a imaginarse esa situación para entender que a veces las decisiones “no son tan salomónicas”.
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Ante esta reflexión, Mercedes concluyó que lo importante es respetar el punto de vista de las personas que piensan diferente.
“Tú tienes toda la facultad y libertad para hacer eso y te sientes feliz y te sientes plena y cuando hablas de tus hijos te brillan los ojos”, concluyó, mientras Ahimsa respondió con el mismo tacto que “todo el mundo puede tener la posición que crea que está de acuerdo consigo misma, siempre y cuando no trate de convencer a los demás de que es el dueño de la única verdad”.
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En un mundo donde los debates a menudo se polarizan, esta conversación es un recordatorio de la importancia de abrir espacios para el diálogo y la comprensión mutua, y queda en evidencia nuevamente con este experimento social de Todos Somos Una , que no importa lo profundas que sean las diferencias, hasta los temas más espinosos y polémicos pueden ser abordados con respeto para avanzar hacia una sociedad más inclusiva, empática y tolerante.