Luego de intentar ser futbolista y publicista, Manuel Sarmiento terminó en la actuación. Llegaron los papeles, la fama y la buena vida. Fue después de "El Capo" que se conflictuó con el medio y consigo mismo. Por eso se fue un tiempo del país. Estudió un año inglés en Londres, paseó, se reencontró con los amigos a los que no veía hace años y cuando regresó, nada fue lo mismo.
“Uno desaparece del imaginario de los productores”, dice para contar que la vida lo puso en una situación de crisis y escasez, como nunca.
Nada le salía bien en lo económico. Los papeles con buenos ingresos no aparecían, tuvo que vender el carro, mudarse de zona, arrinconarse en un espacio mucho más pequeño del que tenía y hasta sus comidas llegaron a ser básicas, de lentejas y arroz.
“Me tocó restringirme un montón. Yo nunca había sentido hambre, y entre las jornadas de entrenamiento y la falta de plata, lo supe. Pero fue el momento más divino de mi vida, porque fue cuando maduré, cuando realmente tuve una perspectiva de lo que es importante en la vida. Esa época fue de gran crecimiento. Cuando el ego está muy alto y uno está demasiado pendiente de sí mismo, pues la vida te baja, la vida me puso contra el piso”, cuenta.
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