Su mayor temor es que sus amigos de la universidad se enteren que su papá tiene un puesto de quesos en la plaza de mercado. Le parece de quinta. Por eso los tiene convencidos de que es un importador de quesos franceses. Y no es que la familia sea precisamente “pobre”, al contrario, don Lubián, el padre, tiene una finca quesera que ha sabido combinar con el puesto en la plaza de mercado, y es uno de los pocos que puede decir orgulloso que educó a sus hijos en colegios y universidades privadas.
No es de los que reflexionan sobre el futuro o piensan en las consecuencias de sus actos. Es de los que prefiere relajarse y disfrutar mientras puede y ahora lo único que espera es que llegue rápido el momento en que le den la dichosa herencia para comprarse la nave que ya tiene vista y con la que piensa ser más popular aún.