A medida que las nuevas tecnologías se han ido incorporando en nuestras actividades diarias, los agresores se han aprovechado para extender e intensificar comportamientos abusivos, posesivos y controladores por medio de las plataformas digitales.
En consecuencia, las mujeres ahora experimentan esta violencia sin límites de espacio y tiempo y con la sensación de que el agresor es omnipresente, lo cual tiene efectos graves en su salud mental.
Y es que la violencia en línea o digital contra las mujeres es cualquier acto de violencia cometido, asistido o agravado por el uso de la tecnología de la información y las comunicaciones (teléfonos móviles, internet, medios sociales, videojuegos, mensajes de texto, correos electrónicos, etc.) contra una mujer por el hecho de serlo. Dichos actos de violencia pueden ser perpetuados tanto por personas ajenas, como por parejas o compañeros sentimentales.
La violencia en línea puede incluir:
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Ciberacoso
Consiste en el envío de mensajes intimidatorios o amenazantes.
Sexteo o sexting
Envío de mensajes o fotos de contenido explícito sin contar con la autorización de la persona destinataria.
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Doxing
Publicación de información privada o identificativa sobre la víctima.
Las manifestaciones y las repercusiones de esta violencia pueden ser muy variadas dependiendo de la forma que tome; por ejemplo, sentimientos de depresión, ansiedad, estrés, miedo o ataques de pánico en casos de ciberacoso, intentos de suicidio por parte de mujeres afectadas por la distribución no consensuada de imágenes sexuales, daños físicos contra las víctimas de doxxing o perjuicios económicos ante la pérdida del empleo como consecuencia de actos en línea que desprestigian.
Si tú o alguien cercano a ti está sufriendo algún tipo de violencia, no dudes en denunciar frente a las autoridades competentes o busca ayuda psicológica
¡Es hora de hablar! #HagámonosEscuchar
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Contenido realizado con apoyo de ONU Mujeres
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