Desde entonces, Laura Montoya decidió realizar votos de castidad, pobreza y obediencia por su propia cuenta y acompañada de un guía espiritual.
A los 19 años no solo estaba preparada para ingresar al convento, sino que también empezaba a llamar la atención de algunos muchachos que buscaban tener una relación con ella, pues tenía ojos bastante llamativos.
Montoya hizo todo lo posible por evitar llamar la atención; por ello, usó lentes oscuros y hasta oprimía piedras en sus ojos para dañar su apariencia y quitarles brillo.
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