Bajo el cielo del Parque Simón Bolívar, el último día del Festival Estéreo Picnic
2025 fue la cúspide de una experiencia que nos recordó el poder de la música en su estado más puro: en vivo, sin filtros y vibrando en cada fibra del cuerpo. Nos volvió a dejar en claro por qué es tan sanadora, por qué se convierte en un latido colectivo, en un eco de historias y en emociones que se entrelazan en el aire. Es el abrazo invisible que cierra heridas sin necesidad de palabras, el susurro que le da voz a lo que alguna vez callamos o que queremos expresar sobre las ilusiones que aceleran nuestro corazón a más revoluciones por minuto, es el puente entre lo que fuimos y lo que estamos destinados a ser.
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En cada acorde se sanan las cicatrices que el tiempo no logró borrar, se avivan recuerdos que creíamos olvidados y se crean otros que jamás se irán y, que, por el contrario, ocuparán un lugar especial en ese rinconcito donde guardamos lo que realmente nos marcó, lo que nos hizo vibrar o lo que alguna vez nos salvó sin que nadie más lo supiera. Ahí, donde atesoramos los instantes que nos cambiaron para siempre, las canciones que nos hicieron llorar y las melodías que nos hicieron sentir infinitamente vivos.
La música y el amor forman una combinación única, capaz de encender el alma con la misma intensidad con la que nos deja sin aliento. Son el fuego que nos hace arder por dentro, pero también el nudo en la garganta que no siempre sabemos explicar. Vivir la música en vivo nos permite sentirlo todo a la vez: la euforia, la nostalgia, el deseo y la pérdida en un instante que se vuelve eterno.
Todas estas emociones las experimentaron los asistentes al cuarto día del Festival Estéreo Picnic este 30 de marzo de 2025, donde se vivieron más de 12 horas verdaderamente mágicas en los cinco escenarios dispuestos a lo largo y ancho del parque.
La artista encargada de iniciar la jornada en el escenario principal fue Chell, una cantante y compositora que cumplió un sueño al hacer parte de este cartel y que durante 45 minutos interpretó 14 canciones que dejaron en claro que es una de esas artistas que debe estar en el radar porque va a dar muchas sorpresas. Luego, la banda bogotana Juliana Quédate Otro Día sacudió otra de las tarimas con su sonido alternativo que fue llamando a cientos de personas que sintieron interés por su sonido y energía.
El show de Ela Taubert fue simplemente increíble, una explosión de energía y emoción que cautivó a todos los presentes. Durante 45 minutos, la artista logró conectar con el público de una manera única y se unieron al cantar temas como ‘Como pasó’, ‘Para qué’ y ‘Por qué soy así’, creando una atmósfera mágica de complicidad y pasión.
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La noruega Girl in Red hizo de su presentación un espectáculo inolvidable, sin importar ni la lluvia ni las adversidades del clima. La artista se entregó por completo, disfrutando cada segundo mientras tocaba su guitarra, corriendo de un lado a otro del escenario con una energía desbordante. El público, por supuesto, no se quedó atrás, saltando y coreando sus canciones con una emoción palpable. Los momentos más épicos llegaron cuando sonaron temas como 'We fell in love in october', 'bad idea!', Girls y 'I'll call you mine', que encendieron aún más la conexión entre la cantante y sus seguidores.
Mon Laferte en el Festival Estéreo Picnic
La presentación de Norma Monserrat Bustamante Laferte, conocida como Mon Laferte, fue un viaje terapéutico. Como buena cómplice de su público, supo guiarlos a través de un recorrido emocional y, si se quiere, espacio-temporal, con esas canciones que han sido la banda sonora de despedidas desgarradoras, encuentros fortuitos, noches en vela y conversaciones con la luna. Su repertorio estuvo dividido magistralmente, haciendo que cada tema encontrara su momento perfecto.
Apareció en el escenario con un atuendo que evocaba la estética del cabaret: tacones, medias negras con liguero y encaje, un corsé blanco adornado con piedras brillantes, falda beige con plumas y guantes largos. Su característico cabello corto y rubio completaba el look. Inició con 'Tormento', un lamento desolador que sonó como un susurro melancólico de gritos ahogados, y continuó con 'Aunque te mueras por volver', canción en la que se ubicó en una estructura gigante mientras dos bailarinas la acompañaban. Luego emocionó con tres clásicos de su discografía: 'Mi buen amor', 'Flaco' y 'Amor completo', acercándose a la pasarela para conectar aún más con la audiencia.
El momento más esperado llegó con 'Otra noche de llorar', su más reciente lanzamiento, que en poco tiempo se ha convertido en el lamento crudo de un corazón roto, una confesión envuelta en melancolía, donde el desamor y la impotencia se sienten como no deberían hacerlo. En 'Amárrame', su colaboración con Juanes, tomó un sombrero vueltiao que le pasó un fan del público, lo lució con orgullo y, luego entre pasos de baile, guitarra en mano y saltos llenos de energía, hizo que la multitud vibrara con ella.
Mon Laferte logró, una vez más, tocar esa herida abierta que supura nostalgia, un desahogo entre sollozos y acordes que duelen y sanan a la vez, de la forma en que solo ella sabe hacerlo.
Olivia Rodrigo en el Festival Estéreo Picnic
Con tan solo 22 años, Olivia Rodrigo cerró el Festival Estéreo Picnic con un show arrollador, un viaje brutal a través de todas las emociones. Salió al escenario mientras la lluvia caía, pero como si su voz tuviera el poder de domar hasta el clima, las gotas comenzaron a desvanecerse poco a poco. Desde la euforia hasta la melancolía, Olivia llevó al público por un torbellino de sentimientos, impregnando el Parque Simón Bolívar con una energía electrizante que hizo vibrar cada rincón.
Apareció con un crop top y un short de cuero adornado con piedras brillantes, combinados con botas altas hasta la rodilla, un look que mantuvo la esencia de sus presentaciones en festivales de América Latina. Arrancó con ‘Obsessed’ e hizo algo que ningún otro artista había intentado: colocó cámaras estratégicas en el suelo del escenario, ofreciendo en pantalla ángulos únicos y dinámicos que potenciaban cada uno de sus movimientos. Tras recorrer el escenario con fuerza, tomó la guitarra y la hizo protagonista en la parte instrumental de la canción.
El parque entero retumbó con ‘Vampire’, la catarsis hecha canción, donde exorcizó la impotencia de una relación que la drenó por completo. Luego, saludó al público con una energía contagiosa y, con gratitud en su voz, se sentó al piano para interpretar uno de sus mayores éxitos: ‘Drivers license’. Sin soltar la melancolía, continuó con ‘Traitor’, sumergiendo a los asistentes en la intensidad de sus letras y los recuerdos de sus fans, y de aquellos que los traicionaron.
Colombia ganó el Mute Challenge de Olivia Rodrigo y la cantante no pudo esconder su sorpresa. En ‘Bad Idea Right?’, cuando canta "I know I should stop", todo se quedó en un silencio absoluto, un momento tan impactante que dejó a Olivia sorprendida, al igual que a todos los que presenciaron la reacción del público colombiano. Después de ese mágico instante, Olivia expresó con emoción que quería volver a Colombia, dejando claro el cariño que sintió por este país.
Alternando entre los éxitos de sus dos álbumes, Olivia demostró que es una estrella sin miedo a mostrarse vulnerable. Al presentar ‘Enough for you’, confesó que es una de sus canciones favoritas porque refleja su esencia como compositora y le permitió decir en voz alta todo lo que alguna vez calló. “Es un recordatorio de lo lejos que he llegado, y creo que eso es hermoso”, expresó ante el público.
También aprovechó la noche para presentar a su banda, compuesta exclusivamente por mujeres, enviando un mensaje contundente de empoderamiento. Luego, encendió el escenario con ‘So American’, ‘Teenage dream’, ‘Deja Vu’ y ‘Brutal’, cada una aumentando la euforia del público. Pero el clímax llegó con las dos últimas canciones, que desataron el desenfreno absoluto. Con ‘Good 4 u’, el parque se convirtió en un torbellino de gritos y saltos, pero fue en ‘Get him back!’ cuando Olivia se subió a una estructura gigante en la pasarela y, con un megáfono rojo en mano, desató toda su energía, encarnando a una auténtica princesa rebelde del pop.
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Olivia entiende a la perfección lo que significan el amor, el desamor, la ilusión y el enamoramiento, pero también la confusión, la angustia y los pensamientos más crudos de la adolescencia. Por eso conecta tan profundamente con su público: aunque su música tiene un estilo propio, sus letras son sorprendentemente maduras, capaces de conmover e identificarse con personas de cualquier edad.
Con su show, Olivia logró lo impensable: por una hora, para miles de asistentes, todo dolió menos… o quizá más. Pero al final, poco importó, porque lo que se vivió ahí fue simplemente indescriptible.
Y ahora, una vez que el Festival Estereo Picnic 2025 llegó a su final, nos quedamos sin voz, pero nos llevamos un pedazo de eternidad.