Una guitarra y su voz. Eso es lo único que Juan Pablo Vega necesita para crear piezas de arte compuestas por melodías e historias desgarradoras que retratan lo que es afrontar una pérdida o sentir el ardor de un desamor; o para dibujar con acordes y versos de ensueño la verdadera gracia de sentirse correspondido. Una guitarra y su voz. Eso es lo único que este genio de la composición, que sabe cómo llegar a lo más profundo de cada ser y escarbar en recuerdos o heridas recientes, necesita para transmitir las emociones más puras que emanan de sus canciones y ser un medio para realizar catarsis, pues él es como un bálsamo de paz y tranquilidad para todos aquellos que tienen la fortuna y honor de escucharlo en vivo.
A pesar de que un solo instrumento y un micrófono son más que suficientes para demostrar su grandeza, el artista bogotano se esmeró en entregar un concierto único y realmente especial en su trayectoria acompañado de su orquesta de vientos y un ensamble que realizó arreglos especiales a múltiples temas de sus dos álbumes, ‘Nada Personal’ de 2013, y ‘Juan Pablo Vega’ de 2021, así como los EP lanzados en su carrera.
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Solo un artista tan grande, consolidado, admirado y querido por el público puede darse la libertad de presentarse en una plaza tan imponente y emblemática como el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo e interpretar versiones distintas de sus propios temas, entregar una salsa de sus composiciones concebidas originalmente como reggae, o darse el lujo de cantar ‘Ligia Elena’ de Rubén Blades o ‘Los aretes que le faltan a la luna’ de Vicentico Valdéz y contar con los aplausos y canto de todos los presentes. Su orquesta y la brillantez de sus ocho músicos en el escenario es capaz de igualar a las grandes big bands de antaño y brindar una experiencia sonora de tan alta calidad que se convierte en un placer para los oídos.
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La velada, titulada ‘Una noche de gala con Juan Pablo Vega’, se desarrollaba en medio de la jornada de ciclovía nocturna en Bogotá, la cual se suele caracterizar por complicaciones en la movilidad para muchas personas, pero sin importar esto, los asistentes llegaron y al realizar el tercer llamado, se abrieron las cortinas rojas que daban inicio al tan esperado encuentro de seguidores de un mismo cantante alrededor de versos y estrofas que han retumbado en sus cuerdas vocales desde 2013.
Como latidos de un corazón que iban en constante crecimiento, los instrumentos anunciaron la llegada de Juan Pablo Vega al escenario, el cual estaba equipado de izquierda a derecha con un espejo grande bordeado con luces, un sofá chester de color rojo, una mesa con un mantel, candelabros y copas de vino, un florero con rosas, un piano, una plataforma central con pedales de guitarra y una pequeña mesa con sillas alrededor para un posterior encuentro de músicos.
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Ya considerado como un “maestro” para muchos, Vega apareció en escena y su pareja, la reconocida actriz Estefanía Piñeres, le acomodó su saco de traje color beige para luego él subir a dicha plataforma central y acompañar a su banda con su guitarra en el preludio del tema ‘Ahora que vas a dejarme’, canción proveniente de su primer álbum, y que narra lo que es darle fin a una relación, pero con un toque de altivez y mínimo lamento por las palabras de la otra persona.
El también productor de grandes artistas -que recibió un premio Grammy por su labor en el trabajo de larga duración de Manuel Medrano en 2016- realizó un recorrido de su prolífica carrera con exquisitas reversiones de sus más grandes éxitos que le permitieron conectar con su público de una forma tan genuina que resultaba imposible contener las sonrisas y aplausos. Por supuesto, los visuales de la pantalla en la parte posterior de la tarima lo acompañaron durante las dos horas de evento y se acoplaban a la perfección con la estética del artista y del Teatro, pues contaba con tonos dorados y color pastel.
Pasó por canciones como ‘Despedida’, una de las más coreadas por el público, pues esta es -en cerca de cuatro minutos- el resumen del doloroso, pero liberador momento en el que dos almas se dicen adiós, ven que “el tiempo ha destrozado lo que el mismo construyó”. Dos almas que esperan volver a encontrarse en un futuro para amarse otra vez de la forma en que no les fue posible y que los llevó a sentirse destrozados, aunque sin olvidarse que la mejor forma –para muchos - de abandonar un lugar donde ya no se sienten plenos, es desear el bien, luz y mucho amor desde la distancia y la ausencia.
Como la fiel muestra de la versatilidad que le permite caminar por diversos estilos y explorar nuevos sonidos, fue el turno de ‘Amiga mía’, donde soltó su guitarra y pudo mostrarse caminar libremente por el escenario con un tema que recoge elementos de antaño y que encierra la nostalgia de un encuentro casual, inolvidable y fascinante que se configura en la vida como un curioso truco del destino.
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Fue momento de cambiar de guitarra y mantener los ánimos arriba con ‘Eso que me das’, sencillo realizado en colaboración con otro gran exponente del pop colombiano, Esteman , donde se puede sentir la picardía y magnetismo con otra persona que permite “ver el cielo y vivir un juego intenso” que se experimenta en las primeras etapas de una relación que cuenta además con la esperanza de no perder esa conexión tan especial.
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El recital de este músico tan integral en todo el sentido se caracterizó por el ambiente de complicidad entre audiencia y artista, pues él hizo sentir que cada persona era su confidente en cada momento en que relataba alguna historia detrás de la letra de sus canciones. Cuando se ubicó en el costado izquierdo cerca del espejo y el tocado, recibió un pequeño ramo de flores de parte de una mujer ubicada en las primeras filas. “Nunca me habían dado flores en un concierto, ¡muchas gracias!”, expresó con evidente asombro.
Juan Pablo Vega decidió entonces abrir su corazón para narrar la anécdota que carga detrás de uno de los temas, probablemente, más tristes de su repertorio: ‘Hace una hora’, aquel que sin duda alguna ha sido la banda sonora de una infortunada época de tantas personas y que aminoró su dolor al ver su agonizante corazón destrozarse en mil pedazos sin encontrar la forma o voluntad necesaria para reconstruirlo.
Su relato fue tan sentido que la mejor forma es transcribir sus palabras literales:
Estamos hablando del 2007 y sobre una chica llamada Ximena… me di cuenta de que había pasado una hora desde que habíamos terminado. Por ese entonces estaba escuchando mucho una canción de Jorge Drexler que se llama ‘Salvapantallas’ y tiene esa particularidad de los músicos que se llama cuarto aumentado y salió esto
Vega procedió a interpretar una versión de este tema únicamente con su guitarra acústica y en el recinto la atmosfera cambió, un silencio ensordecedor se apoderó del Teatro para envolver la voz de aquel hombre que cantaba frases como “Busco en la rabia que ahora siento si algo queda de tu amor...Y no estás y te vas”, como una forma de refugio a su dolor y al de los presentes, que sutilmente acompañaban versos del coro y se dejaban llevar por la emoción que hacía derramar lágrimas en sus mejillas como torrentes de agua que no conocen la forma de detenerse, ni desean hacerlo.
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Conociendo la historia de aquella canción, no se sintió como comúnmente dicen, “aplicar sal en la herida”, se sintió como un sobre recogimiento y abrazo que muchos de los conmovidos necesitaban para afrontar el suplicio emocional que cargaban y lograron liberar en esos tres minutos.
Para continuar con la nostalgia del momento, Vega interpretó su último lanzamiento con corte pandémico, pues en aquel tiempo de encierro la nostalgia por el pasado y lo vivido con sus amigos se apoderó de él y lo llevó a componer ‘98’. “Hablo de una época de muchísima efervescencia, de las emociones a tope, de tomar sin control, de vivir con intensidad la vida de ese entonces y con mucho terror y aciertos”.
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La primera invitada de esta ‘Noche de gala con Juan Pablo Vega y su Orquesta’ fue Lore Rodríguez, quien se ubicó en el piano para demostrar su gran talento y acompañarlo en un tema, acto seguido fue recibida Lalo Cortés y ambas interpretaron un tema juntos.
Para el momento en que Juan Pablo Vega regresó al escenario para cantar ‘Vicio’, contó con la potente y aterciopelada voz de Lalo, y juntos le dieron vida a la letra que narra, nuevamente, la complicidad entre dos amantes que se vuelven adictos el uno al otro en todo sentido.
El bogotano no se detuvo ahí y deleitó a cada persona con un tema de su último álbum, ‘Matando’, que cuenta con una desgarradora letra, pero que logra generar otro sentimiento gracias a su ritmo y tan apropiados versos de Vic Mirallas que mezclan la poesía con la decadencia e irreverencia del género urbano en sus letras.
“Se ha vuelto costumbre esperarte y mendigar algo que ya no hay, que nunca estuvo y no estará. Das esa impresión que tengo un chance porque mi amor es torpe y es real; ahí siempre estuvo y ahí estará”, son algunos de los versos de la canción que relata lo que siente alguien en un estado de enamoramiento, pero que llegó a un punto de coma con un corazón que está agonizando y apenas sobreviviendo con sus últimas fuerzas, aunque sin importar lo demás pasará a la historia como una daga atravesada en el pecho.
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Después de interpretar una versión cautivante de ‘Pruébame’, Vega dejó a un lado su guitarra para caminar por el escenario al ritmo de ‘Lo Volvería’, aunque quizás él no sea completamente consciente del goce del público al verlo moverse libremente y sonreír tan cómodamente sin su segunda arma letal, su guitarra.
En esa canción le permitió al público acompañarlo en gran parte del coro y cada alma entonó los versos que hacen referencia a que de amar nadie se salva, ni tampoco de experimentar el dolor de ver cómo le destrozan el corazón, pero que aun así algunos desean andar por el mismo sendero tomados de la mano de aquella persona que tanto los dañó e igualmente desear suerte, gracia y bendiciones.
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A pesar de que el cantautor se despidió de su público, a los pocos minutos regresó con otra camisa que parecía diseñada especialmente para aquella noche de gala y con la sutileza y majestuosidad que lo caracteriza, interpretó su propia versión de ‘Los aretes que le faltan a la luna’ de Vicentico Valdés, demostrando una vez más que ni la música cubana es territorio desconocido ni uno del que no se pueda apropiar.
Siguiendo con este género, fue el turno de un chachachá: ‘El Rincón’, que fue un preludio muy curioso para finalizar el impecable recital de Juan Pablo Vega con su canción más reconocida y que más cantó el público: ‘Nada Personal’, pues ambas narran una forma de dar cierre a una relación y mirar por el espejo retrovisor al camino recorrido de una forma en que muy pocos logran hacerlo. Fue un momento simplemente mágico de unión perfecta de voces en armonía en torno a uno de los más grandes cantautores que ha dado Bogotá.
Yo que juré nunca volverte a ver, hoy el destino nos ha encontrado. Ya no me duele pronunciar tu nombre, ya no recuerdo lo que es sentir tu amor. Y puedes ver que estoy feliz por ti, y tú lo estás por mí.
Uno de los momentos más memorables del concierto fue cuando Vega le dedicó todo lo vivido a su banda: “desde el primer momento han estado allí y hemos luchado juntos”
“No me propuse la meta, pero siempre tuve las ganas de tocar en un lugar tan emblemático como este, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y tocar para gente como ustedes. Han sido 10 años de lucha, de no seguir la corriente y de incomodar un poquito”, expresó mostrándose orgulloso de lo logrado y, claro, expectante de lo que viene para su futuro.
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Finalmente, Juan Pablo Vega reconfirmó su superioridad en el ámbito musical y emotivo que logra despertar con sus creaciones, pues solo él es capaz de descifrar las realidades de tantas personas y convertirlas en canciones que fácilmente se convierten en banda sonora de diversos momentos para así hacer los días más bonitos y las penas más pasajeras.
Magistral, esa es la palabra que define lo que fue este recital, que por el contrario de resultar como algo doloroso, se hizo sentir sobre heridas en proceso de curación al transmitir emoción genuina y calmar batallas y guerras que conviven con las mil historias que toman forma para cada oyente y esperan sanar desde la raíz.
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