Jorge Oñate es uno de los más grandes talentos y leyenda viva del vallenato. Un artista que nació a mediados del siglo pasado en La Paz, población del departamento del Cesar, y que, desde muy niño, se dejó cautivar por la música, pero, para sorpresa de muchos, no por el vallenato, pues primero probó otros géneros.
"A los 7 años cogía una lata y con esta tocaba y cantaba rancheras, boleros y temas de artistas como Óscar Golden, Vicky y otros de la nueva ola de ese tiempo, que eran como el pop de la época. Yo cantaba igual a Joselito de España, con una voz muy linda, tenía su tono y sus falsetes exactos. Ahí empezó mi niñez y mi experiencia con la música en mi pueblo", comentó.
Así, a los 7 años, Oñate empezó a cantar y explotar su talento que, como él mismo dijo, no fue una habilidad heredada sino una bendición.
"Se dice que el abuelo mío, Juan Oñate, cantó, pero vals, no vallenato. Ninguno de los míos tocó acordeón ni cantó vallenato; esa es una bendición que me dio el Señor".
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Su llegada al género ocurrió unos pocos años más adelante, casi a sus 10, cuando vino el auge de Los Corraleros de Majagual, y ahí le picó ese bichito de cantar vallenato. Vino Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa y todos los juglares, quienes cantaban, tocaban y componían.
"Cuando me fui a estudiar bachillerato en Bogotá, me encontré con gente que también tocaba acordeón y cantaba. Venían de Sucre, Bolívar, Atlántico, Córdoba, Cesar y La Guajira. Los fines de semana cantábamos, no profesionalmente sino en las parranditas de colegio. Aparecí cantando en las fiestas de vacaciones con mis amigos y amiguitas, también en fiestas y paseos de familiares. Así empezó mi vida artística".
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Hoy, tras 50 años de carrera artística, el llamado 'Jilguero de América', por el hermoso y particular canto de este pájaro ruiseñor, recuerda uno de los momentos más bellos de sus inicios, así como sus sacrificios:
"Lo más grande ha sido el cariño de la gente. Recuerdo mucho cuando me llamaron por primera vez en uno de los primeros festivales, para ver si grababa un CD del festival. Tenía apenas 18 años, y eso fue algo cumbre. Yo fui el que abrió el camino para todos los que llegaron después a CBS y a Sony. Fue un momento muy grande donde me llamaban a grabar discos de acetato. Hay momentos difíciles. A veces a uno le toca sacrificar lo más grande, que es compartir con el hogar, con su mujer y sus hijos, todo por la música y por ir a buscar y traerles lo mejor a ellos. Pero Dios me ha dado más satisfacciones que tristezas. Siempre voy de la mano de Dios".
Durante su carrera recibió 5 discos de oro, 10 de platino, 9 doble platino, el Grammy por excelencia (lo tienen sólo Escalona y Oñate), y el Súper Congo de Oro (lo tienen sólo Arroyo y Oñate), entre otros numerosos e importantes reconocimientos.
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