Rafael Perrín confesó que en el teatro Imperial de Acapulco, en México, su hijo César Perrín, quien hace parte del equipo técnico de la obra, se resbaló desde una superficie y sintió cómo una mano lo tomó para que no cayera a vacío.
Una vez estuvo arriba, se dio cuenta que el lugar estaba totalmente vacío. ¿Fantasmas, ángeles? No te pierdas el relato del actor.