Los cementerios son lugares llenos de misterio, donde descansan los muertos y al que le huyen los vivos, un espacio que a muchos les causa escalofrío y cuyos terrenos guardan lágrimas, historias de dolor, tristeza y en algunos casos abandono.
Sin embargo, otros tienen una óptica distinta de aquellos lugares y se atreven incluso a visitarlos por gusto, los recorren sin sentir miedo, no le temen a la muerte y son conscientes de que algún día todos vamos para el mismo lado.
Sea cual sea la situación, si ir a un cementerio por tan solo unas horas es tan sombrío como algunos lo pintan, ¿se imaginan ganarse la vida trabajando en uno de ellos? Esta es la historia de David Rodríguez, quien con tan solo 20 años aceptó un trabajo que jamás imaginó: ser jardinero del Cementerio Alemán.
Al principio pensó que era un tema solo de cortar plantas y arreglar un jardín, pero poco a poco empezó a cogerle cariño a su labor y sintió un profundo respeto por quienes viven allí, al fin y al cabo, es su lugar de descanso y él solo les presta un servicio.
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David no siente miedo en su oficina y al contrario de lo que muchos creen que pueda pasar allí, no se deja sugestionar por ruidos o sombras que presencia en el lugar. Vive el día a día con un lema que le sirve para levantar cabeza y gozarse su labor:
Hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos.
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El jardinero define su trabajo con un lema: “dar vida en medio de la muerte”, pues no hay tumba que se le escape y a todas las trata con cariño. Cada semana siembra flores sobre ellas y su mayor satisfacción es cuando les ve crecer plantas y flores, pues siente que, aunque no conoció en vida a quienes viven hoy allí, en gran parte es una forma de retribuirle a su alma su labor en la tierra.
David sabe qué tumbas son las más frecuentadas, quiénes no vuelven a ser visitados y aunque no tiene “favoritos”, sí les presta atención a ellos, para que su lugar de descanso se vea más bonito. Su labor diaria también incluye presenciar entierros y exhumaciones y aunque es difícil acostumbrarse a presenciar el dolor de otros, muchas veces siente que acompañar a sus familiares o darles una voz de aliento, también hace parte de su misión.
Los pasillos del Cementerio Alemán se han convertido en la oficina de David, su escritorio está lleno de flores, árboles y zonas verdes, trabaja de lunes a viernes y durante un día a la semana, cuando su compañero descansa, está completamente solo en el cementerio:
No me da miedo quedarme toda la jornada absolutamente solo, aquí donde me ven estoy muy bien acompañado, asegura.
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David es el Empleado del mes por salirse de los estereotipos, trabajar en medio de la muerte sin miedo, dedicarle tiempo al alma de cientos de desconocidos y permitirles descansar en paz.