Muchos son los trabajadores que tienen que pasar por la misma rutina cada día y dividir su tiempo de la mejor forma para lograr sus objetivos, no obstante, existen labores que por alguna razón generan curiosidad y sorprenden por cómo se realizan.
Miguel Martínez es uno de esos personajes que disfruta de un trabajo poco común, es piloto de parapente y tiene su propio negocio con este deporte que le permite hacer sonreír a más de una persona. Trabaja para aquellos que sienten adrenalina por volar, celebrar ocasiones especiales en el aire o quienes se interesan por aprender a estar en el cielo sin algún instructor.
Martínez es su propio jefe, maneja el tiempo como quiere, su uniforme es deportivo y cómodo; su principal herramienta es un paracaídas y su oficina está llena de nubes, montañas, aves y hermosos paisajes.
¿Cómo llegó al mundo del parapente?
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A diferencia de muchos, Miguel no buscó trabajo, este lo encontró a él de la manera más casual hace más de 20 años y poco a poco fue construyendo su propia empresa, ubicada en un gran terreno de Sopó que les pertenecía a sus padres y que ahora se llama “Paraíso”.
La historia empezó cuando a Sopó llegaron unos pilotos de parapente extranjeros buscando un buen lugar para volar, esto llamó la atención de Martínez, nacido en el municipio y quien veía cómo iba aumentado el número de personas que llegaban cada ocho días. Aunque su camino estaba yendo por la mecánica automotriz, a los 18 años conoció al piloto Santiago Ayala, en esa época, el único en Bogotá.
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En un momento cuando empecé a ver todo lo relacionado con el vuelo y que ese personaje de Bogotá vivía de eso y vivía relajado, decidí probar y tomé el curso con él
Después se fue adentrando en el mundo de este deporte y conoció a Cristian López, un francés de quien se hizo muy amigo y el que decidió dejarle un valioso regalo antes de irse del país: su parapente, para que Martínez tuviera equipo de vuelo.
Miguel ya tiene 40 años y es el director operativo de Parapente Paraíso, un espació que fue el primero y ha estado como pionero en la parte de reglamentación e innovación.
El terreno empezó sin nada, era de mis padres y se cultivaba papa. Al inicio no había nada, así que tocó ir haciendo la carretera, luego una parte de la casa y poco a poco se empezó ampliar, adecuar baños y demás”
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Lo que más le gusta de su trabajo
Para Miguel Martínez son muchas las ventajas que tiene su oficio:
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Lo que más me gusta de mi trabajo es disponer de mi tiempo siempre, ya que no tengo jefes. También mi gran oficina que consta de un buen espacio verde y aire libre; y cumplir el sueño de las personas que quieren sentir que vuelan
Entre las anécdotas que más recuerda está el día en que se encontró y voló al lado de una Águila, un hecho que considera “majestuoso”. Además, lo amigable que es su trabajo con el medio ambiente también es algo que destaca.
Mi trabajo es único porque no utilizo ningún combustible, así que no contamino, solo utilizo el viento y me da el privilegio de estar y contemplar la naturaleza, tengo una oficina bastante amplia
Martínez finaliza con un mensaje en el que asegura que “se puede vivir del aire” y que el único peligro al que se pueden ver expuestos los nuevos pilotos es: “que les quede gustando”.
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Por: Lady Umaña Baquero