“También hacemos alumbrado públicos para estas poblaciones que no tienen la conectividad que hay en las grandes ciudades”, detalla Herrera.
“Empezamos en 2011, tomando como raíz un proyecto igual que arranca en Filipinas. Comenzamos con botellas plásticas a llenarlas con agua y un poquito de cloro, las poníamos en los tejados de las casas, como una claraboya que permitía el paso de luz y el agua dentro de la botella refractaba en 360 grados. Es como tener un bombillo de 600 vatios prendido todo el día, pero de manera natural”, explica sobre cómo inició y cómo funciona este proyecto.
Vea la entrevista completa.
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