Desde los más íntimo de su profesión, algunos traumatólogos estadounidenses que han dedicado sus vidas a salvar víctimas de violencia armada nos abren las puertas de las salas de emergencia y nos relatan sus frustraciones, sus miedos, y su preocupación frente a la creciente violencia entre jóvenes que está sufriendo un país en el que el porte de armas es legal.
La devastación causada por un simple proyectil es enorme. En los Estados Unidos, al año se registran más 116.000 heridos de bala. Las secuelas de estos ataques se convierten en una tragedia incurable para ellos y sus familias, secuelas con las que tendrán que convivir toda su vida.