Hermano de doña Tulia, buen tipo, divertido, solterón, convencido del talento de sus dos sobrinas y más convencido aún de que ese ADN artístico se lo heredaron a él. Por eso no deja pasar oportunidad para decir que las Calle son sus hijas artísticas y ya por eso se siente con derecho a vivir a expensas de ellas.
Lizardo se siente y se proclama un artista polifacético e integral como pocos. Desde joven ha intentado ser locutor, declamador, fononímico, culebrero, trovador, imitador, cantante, compositor, cuentachistes, y cada uno intento le depara un fracaso más estruendoso que el anterior porque su talento sencillamente no existe.
Es el auténtico bueno-para-nada que siempre está a la expectativa de un despegue artístico y, según sus propias palabras, el andar cargando instrumentos y equipos de Las hermanitas Calle es sólo un “escampadero” mientras lanza su carrera. El “escampadero”, por supuesto, le dura treinta años.
Nelly y Fabiola lo quieren mucho, lo asumen como el niño grande de la familia al que tampoco quieren cortarle el cordón umbilical. A ellas no les importa sostenerlo económicamente y a veces, cuando están de buen humor, hasta lo dejan “actuar” y tocar la raspa en algunos de sus shows.
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