Su hogar es la calle, vive allí hace más de 15 años cuando conoce al joven Lucho y se convierte poco a poco en su mentor para salir adelante en ese medio hostil, en medio de la dureza y las dificultades que suponen hacerse una vida lejos de un hogar.
Antes de caer en la pobreza, Arnoldo era un hombre de clase media que después de una crisis económica y de pareja, no supo cómo afrontar el dolor y cayó en una profunda depresión. Poco a poco fue perdiendo todo lo material que tenía, se fue diluyendo de su vida, de sus vínculos emocionales, se alejó de la gente cercana, y terminó en la calle como último recurso para dejar todo atrás.
Con el paso del tiempo Arnoldo fue formando su carácter en la calle a base de una ética de lealtad que lo acompaña siempre. Aprendió a sobrevivir haciendo las cosas bien, sin robar a nadie, respetando a los demás y ayudando a quienes, como alguna vez le tocó a él, empiezan a vivir en la calle.
Así conoció a Lucho, y le enseñó que las cosas se ganan con esfuerzo, que nadie es más que nadie, y que la única manera de seguir adelante dignamente es ayudando, dejándose ayudar y respetando a los demás honestamente, llevando una vida alejada de los vicios y la delincuencia.
Publicidad