Es una joven tolimense, de 22 años, muy inteligente y echada para adelante. Trabaja como asistente de cocina en un restaurante llamado La lechonería en donde su novio, Faber Salazar, es el cocinero principal. Ambos viven en el segundo piso del restaurante en donde no pagan con arriendo sino con trabajo. Son de familias muy unidas, de las que habiendo “emparentado” arman paseos y todo lo hacen juntos pues cada uno quiere al otro como si fueran hijos propios.
Con Faber, en general, tienen una relación bonita y estable pero esto es, en mayor parte, gracias a su personalidad ingenua, tranquila, conciliadora y hasta sumisa pues con tal de mantener el “genio” de su novio tranquilo, prefiere calmar los ánimos en cualquier situación en donde pueda generarse una pelea, así esto signifique pasar por alto su propia opinión.
Es una mujer que, en silencio, sufre el ahogamiento de alguien controlador, porque su novio no se cree su novio sino su papá. Pero a pesar de esto Ingrid lo ama profundamente porque sabe que él es una buena persona, con un carácter un poco irritable, pero buen hombre en todo caso. Lo ama tanto que quisiera formalizar con él. Sí que le pidiera matrimonio, como Dios manda, pero Faber no está todavía dispuesto a dar ese paso.