A pesar de haber disfrutado de las mieles de la fama gracias a su papel protagonista en la exitosa serie 'Expediente X', Gillian Anderson no siempre tuvo una vida fácil. Durante su adolescencia, la actriz tuvo que afrontar una serie de graves problemas que solo logró superar gracias a la terapia psicológica, una inestimable ayuda a la que la intérprete achaca su mentalidad de lucha frente a los obstáculos.
"La terapia me mantuvo sana y viva. La necesité seriamente. No voy a entrar en detalles, pero creo que es muy importante lidiar con los problemas tanto como sea posible. No salir corriendo, sino intentar encontrar soluciones saludables", declaró a la revista Red.
Uno de los momentos más difíciles a los que ha tenido que hacer frente la actriz fue la muerte en 2011 a los 30 años de su hermano Aaron, quien sufría una neurofibromatosis, y cuya trágica pérdida hizo que la intérprete se decidiera a cambiar sus prioridades.
"[Su muerte] tuvo un efecto muy profundo en todos nosotros. Era extraordinario. Nos facilitaba la vida a todos... Perderle hizo que cambiase mis prioridades, que me diera cuenta de que la vida es corta. Es importante seguir lo que te dice el corazón y aprovechar el tiempo que tenemos al máximo", afirmó.
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Así que pese al despegue que ha vivido su carrera este último año gracias a la serie 'The Fall', lo más importante para Gillian es estar al lado de sus hijos para no volver a repetir la experiencia que vivió tras el nacimiento de su hija Piper en 1994 -fruto de su fallido matrimonio con Clyde Klotz- cuando "prácticamente vivía en el set de grabación de 'Expediente X'", un error que no ha querido cometer con sus dos hijos menores, Oscar (8) y Felix (6), fruto de su romance con su exnovio Mark Griffiths.
"Pienso mucho las decisiones que tomo sobre mi trabajo. Soy bastante maniática en lo referente a los horarios laborales, en acordar hacer algo con antelación y con una seguridad total, porque intento pasar poco tiempo fuera [de casa]", confesó.
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