En septiembre de 2001 Sharon Stone sufrió una hemorragia cerebral subaracnoidea que provocó que la intérprete viviera una "experiencia cercana a la muerte", unos instantes durante los que se vio rodeada de sus seres queridos ya fallecidos mientras caminaba hacia una luz brillante.
"Me sentí como si de verdad hubiese muerto. Había un vórtice de luz sobre mí y de repente, ¡puf!, me vi rodeada de una gloriosa luz blanca. Empecé a ver a muchos de mis amigos que ya habían fallecido... gente que era muy querida para mí. Fue un viaje real por lugares tanto de la tierra como del más allá. Fue muy rápido, un instante después ya estaba de vuelta en mi cuerpo", recuerda la estadounidense, que tardó en acudir al hospital tres días a pesar de ser consciente de que había sufrido un derrame, en la revista Closer.
A lo largo de los dos años siguientes, Sharon tuvo que volver a aprender a andar, hablar y leer de nuevo, una experiencia sumamente complicada que a un mismo tiempo le ha permitido darse cuenta de que no debe temer a la muerte.
"Ya no tengo miedo a la muerte, siempre se lo digo a la gente, la muerte es un regalo. Cuando te llega la hora de morir, que nos llega a todos, es gloriosamente bella. En ese momento pude sentir un gran bienestar y una paz porque sabía que estaba cerca. La muerte siempre está cerca y una vez que llega ya estás a salvo", admite la actriz.
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El derrame cerebral no solo perjudicó a la intérprete a un nivel psicológico, pues también cambió cómo se sentía a nivel físico, afectando según ella a sus alergias e incluso a su ADN.
"Siento como que mi ADN ha cambiado. Mi cerebro no está donde siempre ha estado, mi cuerpo ha cambiado e incluso mis alergias son diferentes", se asombra.
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