Justo después de haber pactado con la Reina Juana I que para saldar su deuda se dirigirá hacia el Nuevo Mundo para traer la mayor cantidad de oro posible, el español vive un conmovedor momento que lo hace sonreír con ternura, pues logra conocer a su hija Sol, quien es fruto de su relación con Constanza.
Después de verla dormida y de escuchar a la mujer decirle que tiene su misma sonrisa, Pedro recibe una petición por parte de ella, una que lo hace dudar inmediatamente.
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“Dentro de poco estaremos en el Nuevo Mundo y allí por fin estaremos tranquilos. Nada ni nadie podrá separarnos y tendremos la vida que siempre hemos soñado”, expresa Constanza, quien inmediatamente evidencia el rostro confundido del hombre.
“Estaba pensando en el viaje, es muy peligroso…no me refiero únicamente a los meses en altamar, es muy diferente a lo que tu conoces, el calor, la jungla, las enfermedades”, le responde Pedro y agrega que no podrá llevarlas con él, pues es un riesgo muy grande.
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“Constanza, ese sitio es como un infierno para una mujer como tú y una niña como ella. Aquí viven bien y mientras nadie sepa lo de Flor, están mucho mejor que conmigo. No dejo de cometer errores y no voy a cometer uno más, no puedo llevar gente que quiero a un lugar donde reina el caos”, finaliza el español, quien incluso en su corazón aún tiene a Catalina y piensa en pedirle ayuda con el oro, mientras que a su vez está con mucha ilusión de verla.
Finalmente, la mujer acepta la respuesta del espadachín y le asegura que no debe pedirle disculpas, pues tiene razón en los motivos que expresa; sin embargo, en su corazón hay decepción.
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