El juramento de Hipócrates fue para Álvaro José un verdadero compromiso de vida más allá de unas palabras recitadas en su grado de médico. La ética, el profesionalismo, mucha humanidad y una entrega sin condiciones a cada cosa que vivía y enfrentaba, fueron su sello en cada espacio de su vida. A Álvaro José, médico en una época en la que los médicos todavía eran muy importantes en la escala social, le llovieron miradas y coqueteos de decenas de mujeres que anhelaban casarse con alguien como él hasta que decidió que su especialización iba a ser en enfermedades venéreas y que, como parte de su trabajo, iba a atener, sin costo a alguno y periódicamente, a las muchachas de la vida alegre de Cali. Eso no llamaba mucho la atención. Un hombre cordial, siempre con una palabra amable a flor de labio, considerado, solidario, organizado, austero, vehemente solo cuando era necesario y dotado de un sentido del humor mucho más inocente que el de Helenita pero, al mismo tiempo, con la tolerancia y la inteligencia necesaria para entender el de ella.
Actualizado: marzo 08, 2016 04:29 p. m.