Ana Julia, siempre fue una mujer dura, fría, producto de una educación pacata y represiva que le hacía ver pecados por todas partes. Aparentaba muchos más años de los que tenía por su gesto permanentemente adusto. Para ella las muestras de cariño eran limitadas, y mucho más si se trataba de su esposo, con quien ella sintió, que después de haber traído al mundo cuatro hijos: Efraín, Felicia, Hernando y Helenita, ya su "deber conyugal" estaba cumplido. Su única idea de "gozo" estaba relacionada con los gozosos del rosario, y el "placer de la carne" iba exclusivamente ligado a imágenes religiosas de pecadores ardiendo en el infierno.
Siempre se sintió dueña de las buenas costumbres y la moral, con derecho a juzgar a todo aquel que no estuviera "a su altura". Se sentía superior por ser "piadosa" y tenía una lengua viperina capaz de destruir a quien se salga de la norma. Estaba convencida de que Dios le envió una enorme prueba con su hija Helena, a quien Ana Julia se empeñó en "amansar". Temió por el futuro de su hija, pues no creyó que lograra ser buena esposa, ni buena para nada... Mucho menos para eso de la música.