A pesar de ser una mujer con un excelente sentido común para aconsejar a sus amigas sobre sus relaciones, Maritza es completamente incapaz de poner en práctica las acertadas palabras que le fluyen con tanta facilidad a la hora de sentarse a oír las penas amorosas de Virginia o de Helena.
Su carácter suave y su cálida forma de ser es blanco perfecto para que se le acerquen los hombres menos indicados. Todos se aprovechan de su manera de ser, la ilusionan y abusan de su bondad. Por circunstancias de la vida le corresponde a Helenita ser testigo de una situación insólita, pues Maritza termina casándose con Ernesto Loaiza joven abogado asistente de Hincapié en asuntos penales. Más que un marido, Ernesto se convierte en un buen amigo de Maritza, tan amigo, que de pareja lo único que comparten es el papel en el que firmaron su acta de matrimonio.