Rigoberto Briceño es el hijo mayor de Armando y Lucía. Un joven disciplinado, estricto y trabajador. Le dicen Toronja por que siempre está amargado. Aparenta más años de los que tiene debido a su seriedad y escaso sentido del humor. Al igual que su padre, es uno de los muleros más respetados de Villa del Carmen y, por tanto, es el llamado a heredar el negocio familiar y la tradición que empezó don Armando, pues más que su hijo parece una versión joven de él mismo.
Orgulloso, terco y responsable. Hasta ahora su vida han sido las mulas y la carretera, pero en el fondo sueña con cantar: es un músico reprimido y no se atreve a reconocer su verdadera vocación porque cree que decepcionaría a su padre y sería el hazmerreír del pueblo.