Iván Lalinde es uno de los presentadores colombianos más queridos por el público debido, no solo a su larga trayectoria en los medios nacionales, también gracias a su personalidad, la cual ha quedado al descubierto en cada uno de sus proyectos.
Actualmente hace parte del programa matutino Día a Día junto a Carolina Soto, Carolina Cruz, Catalina Gómez y Carlos Calero, donde comparten y comentan acerca de los eventos importantes en el país y cómo no, en Caracol Televisión.
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Gracias a esto, en sus redes sociales ya suma un poco más de 812 mil seguidores pendientes de su vida y sin duda, las publicaciones que más han llamado la atención son las de sus mascotas , a quienes rescató hace años y se han convertido en sus amores.
Mascotas de Iván Lalinde
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En sus plataformas digitales, el paisa comparte frecuentemente imágenes y videos de “las doñas”, que se han convertido, no solo en las dueñas de su casa, también de su corazón. Irene fue la primera gata que tuvo, a ella la adoptó en el 2011 y abril se unió a la familia en el 2017.
“No fue fácil juntarlas, se han peleado desde que se vieron. Ahora creo que aplica para ellas: ni contigo, ni sin ti😻”, escribió en una de las tantas publicaciones que se ven en su perfil. Además, un dato curioso es que una de ellas no escucha, por lo que debe tener cuidados especiales.
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Iván Lalinde y su historia de amor con Irene
La primera gata del presentador es ciega y además tiene limitaciones auditivas: “llevamos más de 11 años juntos, tiempo de mucho aprendizaje, de conocernos. Irene llegó a casa porque la adopté en una tienda de mascotas de mi barrio de ese entonces”, inició el texto y continuó explicando que el lugar en el que se la dieron “fue irresponsable”, esto, debido a que nunca le comunicaron todos los problemas de salud que tenía su mascota.
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“La gatica blanca de la que me había enamorado con una foto que me envió una amiga es sordita y tiene su paladar hendido (rajado-abierto); de todo me fui dando cuenta mientras nos adaptábamos todos en casa”, continuó escribiendo.
Iván Lalinde hizo énfasis en que nunca nadie le dijo nada sobre estas condiciones físicas y poco después descubrió que varias familias habían adoptado a Irene, pero la devolvieron a la veterinaria debido a su temperamento.
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Sobre el proceso de adopción escribió: “esto es un claro ejemplo del compromiso y la gran responsabilidad necesaria de todas las partes. Si este sitio hubiera sido cuidadoso y responsable cuando entregó a Irene, no una, sino varias veces, el trauma de ser rechazada no hubiera sido tan profundo”.
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