Los comentarios negativos sobre la unión de Gabriela y Fernando continúan durante el festejo, más después de la llegada de Armando y Rosario, los únicos amigos del esposo de la mamá de las Elizondo.
Don Martín aprovecha ver a Rosario sola, la halaga y le envía un mensaje a su amiga Pepita, a quien echa de menos y piensa en todo momento.
Mientras Fernando le cuenta la emoción que tiene por al fin ser el dueño de la hacienda Elizondo a sus amigos, los hermanos Reyes llegan a casa de Santa Clara a visitar a sus mujeres. Gabriela se alista para salir a su luna de miel, aunque con un sabor amargo gracias a la ausencia de sus hijas y el desprecio de su padre.
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Benito y Belinda entablan amistad en la reunión, gracias a una salsa exquisita echa por la prima de Dínora. La fiesta sigue, pero los esposos se marchan de la hacienda, Gabriela decide despedirse de don Martín, quien no puede contener las lágrimas, sabe que todo cambiará cuando regresen.
Durante el camino, Gabriela no puede ocultar su inmensa tristeza, pero Fernando la escucha y le aconseja que debe olvidarse de sus obligaciones como madre, pues ya cumplió y ahora su compromiso debe ser con su esposo.
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Benito sufre un fuerte dolor de estómago gracias a la confusión de una salsa con un purgante para caballos que estaba en la cocina. Belinda le asiste en la habitación de Gabriela, pero se le suma que a él se le rompe el pantalón y ella se lo remienda. Sin embargo, en ese momento entran los tíos de la mujer guiados por Martín e interpretan de forma errónea la situación.
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En el escándalo subsiguiente se acusa a Benito de violador. La situación se agrava cuando interviene un primo de Belinda que agrede a Benito por haberse 'aprovechado' de ella. Ante semejante escándalo, Martín termina echando a todo el mundo de forma violenta, con su escopeta en mano y tiros al aire.
Entre tanto, las Elizondo y los Reyes comparten un momento íntimo y romántico, con serenata. Sara y Franco concluyen que deben estar seguros de su matrimonio para no caer en el error de Gabriela.