Pedrito fue un niño que creció a la deriva. Después del corto tiempo que compartió con su padre, y luego de su intempestiva partida, Pedrito quedó a cargo de doña Nidia, quien lo educó como si fuera su propio hijo hasta convertirse en un hombre serio y responsable dedicado a sus estudios. Su relación con Pedro Coral a la distancia fue esporádica e irregular, y en los últimos años casi inexistente. El joven se dedicó a sus estudios universitarios, y luego a su fulgurante carrera, razón por la cual la comunicación con su padre se limitó a solo ocasiones especiales.
Pasó el tiempo y Pedrito se transformó en un sofisticado y atractivo joven de modales impecables, entró a trabajar a la empresa de Fernanda y rápidamente se convirtió en, no solo la mano derecha de su jefa, sino en el novio de su hija Mariana. A pesar de no negar su pasado, Pedro Júnior prefiere no recordarlo y asimilar a sus nuevos amigos con las características propias de la generación de privilegiados. Una vez Pedro Coral regresa, será difícil reconocer a su hijo y aceptar en lo que se ha convertido.