“Volver a nacer”, así describe Flor María López el momento en el que descubrió la pasión por el running, afición que a sus 75 años ha adoptado como un estilo de vida que la llena de energía.
Fue hace más de 20 años cuando, en medio de un difícil momento de depresión, tuvo su primer contacto con este deporte que la inspiró a dar pasos firmes hacia nuevas metas.
Bajaba del cerro de Monserrate sin rumbo alguno. Las vías del centro de Bogotá estaban cerradas por la Media Maratón, ante lo cual se indispuso y criticó vehementemente la actividad sin saber que ese mismo día, en el norte de la ciudad, a donde iría a mercar un par horas más tarde, se enamoraría para siempre de la magia del running.
Recuerda con picardía que a la altura de la calle 100 se encontró con otro tramo de la competencia y sintió el impulso de levantar la cinta, meterse a la vía y participar extraoficialmente. Corrió hasta el Parque Simón Bolívar y al cruzar la meta le dieron la medalla, como a cualquier participante. Para algunos, una medalla más; para Flor, el comienzo de una pasión que la motivaría a seguir adelante con su vida.
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“Sentí una alegría tan grande. Me sentí con mucha fuerza, que mi vida dio un vuelco y que era otra persona. Que era una nueva persona la que había nacido”, cuenta Flor.
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Sufre como una atleta profesional cuando no puede inscribirse en alguna carrera, pero sobresale en cada competencia en la que participa. Y es que para haber ganado más de 700 medallas, más que correr, hay que volar. Ella misma se hace barra. Tiene mentalidad de acero, de esas que forma solo a los grandes campeones.
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“¡Bravo a correr, a correr! ¡Uy, dos kilómetros!, ¡llegamos a un km!, ¡llegamos a siete, llegamos, llegamos, vamos a llegar! Es la alegría más grande”, dice.
Para sus cinco hijos, nueve nietos y su bisnieto ella es una fuente de inspiración. De hecho, para cada competencia se prepara con el apoyo de un entrenador muy especial.
“Tonificación muscular y resistencia me está haciendo mi nieto. Yo soy la alumna, él es mi profesor, y no acepta que haga las cosas mal, o que me ponga a hablar con otra persona. Me dice ‘abuelita, llegó fue al gimnasio’”, comenta con gracia.
Tiene un cronograma de carreras y en la agenda viene un evento muy especial para ella, por eso desde ya se alista para ese próximo reto; uno que le hace palpitar el corazón con mucha fuerza.
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“La carrera para la que yo me estoy preparando es la Carrera Atlética Compensar, que viene el día 9 de julio”, dice Flor, quien además hace una invitación a todos los habitantes de la ciudad a que participen: “que todo el mundo venga a correr, porque a mí me gusta correr con mucha gente, ojalá viniera toda Bogotá”.
Flor vive para correr tras sus sueños, por eso, aunque todas las medallas que ha logrado colgarse son un premio a todos los kilómetros recorridos, aún son muchos más los que le falta por correr.
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“Le agradezco al deporte porque con el deporte una persona puede vivir nuevamente. ¡Si está muriendo, nace! y nace con fuerza, con valentía”, dice Flor con la misma energía y determinación con la que da cada paso en las carreras.